miércoles, 8 de julio de 2009

¡Dale una oportunidad a esos cacharros!


Siempre he estado un poco (mucho) en contra de una corriente, o quizá tendencia actual que, ya sea por mi trabajo o por una de mis aficiones, no comparto. Es aquella por la que escuchamos a veces cosas como "Pero si yo sólo quiero que haga llamadas" o "Tantas chorradas y al final no hace nada".

Yo llamo a esto Tecno-escepticismo.

Recientemente me he comprado un móvil nuevo, un Nokia 5800. Llevaba 3 años sin cambiar el que tenía porque estaba muy a gusto con él, pero una buena oferta en el momento adecuado, combinada con un mini-premio que me quería hacer a mi mismo, supusieron la ocasión perfecta.

El caso es que ayer, enseñándole una foto que había hecho con la cámara del móvil a un amigo, otro se acercó y me dijo "¡ey, tu cámara es de esas que se tocan para pasar las fotos, cómo mola!". Le respondí "no es una cámara, es..." y sin tiempo para terminar la frase me dijo "¡un ipod [pronunciado tal cual] de esos!"

En ese momento, casi decidí entrar al trapo y jugar a las adivinanzas:
-"Mmmm no, tampoco."
-"¿Un MP3?"
-"No."
-"Pffff yo qué sé, un cacharro de esos."

En realidad él tenía más razón que yo, porque mi móvil hace todas esas cosas.

Le dije finalmente "¡Es un móvil!". Y me contestó, con un aplastante uso de la lógica "¡¡Pero si no tiene números!! Menudo rollo para hacer una llamada."

Mi amigo es un caso un poco extremo de tecno-escéptico, con su Alcatel del modelo casi inmediatamente posterior al legendario One-Touch-Ladrillo. Pero su postura no es demasiado extraña, aún en los tiempos que corren.

Hay mucha gente que sigue negándose a que su móvil pueda hacer algo más que llamar o mandar mensajes, o incluso tiene un móvil que hace más cosas pero no lo usa para otra cosa que no sean esas dos. Es una opción tremendamente respetable, pero creo que esta gente se está perdiendo, por voluntad propia, una serie de pequeños detalles que no mejoran la vida, pero sí pueden hacerla ligeramente más divertida.

Lo cierto es que la tecnología vuela, y de la época en la que nos encontrábamos con cien cacharros, cada uno bien definido para su función, que [a algunos] nos gustaría llevar siempre encima (el móvil, la cámara, el MP3, la consola...), hemos pasado a otra.



Ahora, nos encontramos con que todos esos cacharros se están integrando en uno sólo (generalmente el móvil), cuyo nombre tradicional, "el teléfono" es cada vez menos válido para la función real que desempeña; ahora llevamos con nosotros auténticos centros de comunicación y entretenimiento personal.

Mi nuevo cacharro hace fotos, me permite escuchar música, grabar y ver vídeos, echar partidas a juegos, conectarme a Internet sin cables, intercambiar todo esto con mis amigos, y hasta saber dónde estoy y cómo ir a otro sitio.

Por cierto, también me deja hacer llamadas y enviar mensajes.


Para acabar, reitero lo que he dicho antes: hay mucha gente que, ya sea por desconocimiento (poco probable), miedo a lo nuevo, o pánico a la tecnología, se está perdiendo una serie de pequeños detalles que, sin cambiarle a uno la vida, le pueden dar pequeños momentos de diversión, inapreciables individualmente, pero sí globalmente.


¡Tecno-escépticos del mundo, dadle una
oprtunidad a los nuevos cacharros!



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