jueves, 31 de marzo de 2011

Myanmar: Primitivo, auténtico... y auto-condenado (1)


Hay viajes que sólo merecen la pena si tienes un mínimo de tiempo que dedicarles. Por extensión y por contenido. Y cuando se presenta ese mínimo (o incluso un poco menos que ese mínimo), hay que aprovecharlo. ¿Que andamos cortos de dinero? Se aprieta el cinturón. Al fin y al cabo, la etapa asiática del blog (ah, y de mi vida también, por cierto) es limitada...

Así que con un par de días festivos por cortesía de la comunidad china de Malasia por aquí, otro par de días de vacaciones que me quedan por coger por allá... nos tomamos 8 días para irnos a Myanmar: ese gran desconocido.


Myanmar (históricamente Birmania) es uno de los países más pobres de la región de ASEAN, junto con Camboya y Laos. Esta pobreza no está causada por falta de recursos naturales, los cuales sobran, sino por la dictadura militar que se impuso en un golpe de estado en 1962 y que mantiene al pueblo hundido a causa de la corrupción de los regentes (un poco más grave de lo que nos quejamos de vicio en occidente, ¿no?) y su obstaculización explícita a los programas internacionales de ayuda humanitaria.

Existe una especie de "campaña" mundial que pretende evitar el turismo a Myanmar, ya que el 99% de lo que un turista se gasta allí, se lo queda el gobierno. Me encantaría haberla apoyado, pero... soy de la filosofía de "si no vas y lo ves, te lo pierdes".

Vista parcial del aeropuerto de Yangón

Así que a última hora del sábado 29 de enero aterrizábamos los malasios en el aeropuerto de Yangón. Tras un apagón de luces en todo el aeropuerto y media hora de una furgoneta que se caía a piezas, llegamos al hostal donde nos esperaban los singapurenses. Cenamos sin complicaciones, en el primer restaurante que tenía una pinta decente... bueno, no era ni decente, pero como ya estábamos cansados, nos ganó la pereza y nos quedamos en el primer mamak (un tipo de restaurante indio) que pillamos. Exacto, como si no me hubiese ido de Kuala Lumpur.

El primero de unos cuantos aviones de hélices nos llevó, en plena madrugada, hasta Nyaung U: la ciudad (ejem...) más cercana a nuestro primer objetivo. El aeropuerto rústico-doméstico parecía estar en medio de ningún sitio desde el aire.

Bandera de Myanmar en un avión

Al salir de él, vimos muchas de las estampas que prometían las guías y que no dejaríamos de ver durante los días siguientes: gente local de todas las edades con faldón (hombres y mujeres), con la cara pintada de una especie de pasta beige (mujeres) o derramando de la boca una saliva rojiza de un fruto que no acertamos a averiguar (hombres). En cualquier caso, el aspecto de todo (y remarco TODO) a nuestro alrededor era extremadamente rural.

Otro coche destartalado (luego averiguamos que en Myanmar todos los coches están destartalados porque a este país sólo llegan los coches de tercera, cuarta y quinta mano) nos llevó a nuestro hotelito (que menudo hotelito comparado con lo que estábamos viendo).

Por cierto, los caracteres en Myanmar tienen una forma muy característica y están, como no, hasta en las matrículas de los coches. Los números también tienen su propia grafía. Así, esta matrícula (que no era de nuestro coche), está hecha de caracteres alfanuméricos:

Ahora vas y transcribes eso...

El hotel era, literalmente, un oasis en medio del desierto. O al menos del terreno árido del que estábamos rodeados, aparentemente, en muchas millas.

Sin más tiempo que para dejar la mochila, nos alquilamos un conductor que nos hiciese la ruta del día.

En la primera parada en Nyaung U nos encontramos casualmente con una ceremonia local, a la que nos sumamos (como espectadores, claro está) poco disimuladamente. Primera toma de contacto con la gente local en su salsa y en sus costumbres.


Y no se me podría haber ocurrido ninguna ceremonia más extraña para tomar contacto. Hay niños y niñas a caballo... puede ser una ceremonia de iniciación... ¡pero es que tienen edades muy distintas! Luego además hay también filas de parejas de adultos... qué sé yo...


Cuando la cosa se calmó y ya nos habíamos hecho con las caras locales, decidimos que no estaría mal cumplir el horario de visitas que teníamos.
Continuamos con el mercadillo de Nyaung U, del que estábamos al lado. Generalmente un mercadillo refleja la faceta más rural de una cultura o una región... pero con lo que habíamos visto, un mercadillo en Myanmar resultaba completamente contemporáneo. En cualquier caso, no deja de sorprendernos todo y a todos los que vemos.


Lo siguiente fue el complejo de templos adjuntos a la pagoda de Shwezigon. Esto ya se parece más a los templos que he visto en Tailandia y Laos.


Y ya es hora de encaminarse a lo que se conoce como la tierra de las mil pagodas: La Zona Arqueológica de Bagan propiamente dicha.


Pagodas, Templos (alguno de los nombres son Gawawplin, Anasa, Oakkyaung, Thatbyinnyu, Sulamnani, Damayangyi, pero no me preguntes cuál es cual), estatuas de Buda...


... alguna imagen curiosa...

"Los Buditos"

... Y terminamos el día en la pagoda Shwesandaw o Mahazedi, viendo atardecer sobre el río Ayeyarwaddy.


En el hotel nos dio tiempo a hacer una cena relajada en la terraza y tomarnos unas cervezas. La piscina la mirábamos con recelo porque de noche en Nyaung U hace un frío que pela. Posteriormente descubrimos que no era sólo allí.

Sigue en el Capítulo 2

3 comentarios :

  1. Nunca habia escuchado hablar de esa region, pero parece un sitio que vale la pena visitar.
    Por cierto de que forma te estaban mirando los buditos xD

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  2. Hola!!.Te escuché en onda cero ayer.
    Muy valiente vivir el mundo a pleno pulmón.
    Interesante tu visión de esos lugares.
    Te enlazo en mi blog.
    Un abrazo.

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  3. Es una suerte que hayas podido visitar Birmania, quizá dentro de unos años si cae el gobierno dejará de ser tan auténtico y poco a poco su gente empezará a adaptarse al turismo y aprovecharse de él (como los piratas tailandeses). No pude visitarlo el año pasado, pero sin duda está en el top de mi lista de países a visitar en cuanto vuelva a Asia.

    Espero la siguiente parte del post con ilusión.

    Me alegro de que sigas disfrutando al máximo de tu periplo asiático. ¡Aprovéchalo como si se fuera a hundir mañana el continente entero!La vida es efímera y por desgracia no se puede rebobinar para tomar otras decisiones...

    Un abrazo

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