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viernes, 7 de diciembre de 2012

Corea del Sur: Tradición y Tecnología (II)

Como parte del viaje a Corea del Sur, además de Seúl visitamos la segunda ciudad más importante del país, Busán, al sureste de la península. Destaca tanto por ser un centro de negocios portuarios importante como por su riqueza cultural y su playa.

Llegamos desde Seúl en 3 horitas en un tren de alta velocidad cómodo y caro, y ya desde que salimos de la estación central, aquello parecía más de andar por casa que la gran ciudad.





La habitación de nuestro hostal (de tan sólo 10 habitaciones), resultó ser una de las cosas más surrealistas que he visto en mi vida. No sé si por los pósters de adolescentes coreanos en las paredes, por los colores chillones de las colchas de las camas, por tener un expendedor de agua y un PC viejo semitorre con su mueble en la habitación, por los detalles de los dulces tradicionales que nos dio la dueña al entrar como si fuese nuestra abuela, o por todo junto. Aquí una panorámica:


Ese día, con poco tiempo más de luz natural ante la temprana llegada del atardecer, y con más frío que decencia, salimos por la noche a cenar y tomarnos algo por la ciudad.


A la mañana siguiente, prontito y congelados, tomamos un bus local que nos llevaría hasta el complejo del templo budista de Beomeosa (범어사). Fue construido en el siglo VII y quemado y reconstruido un par de veces, en los siglos XVI y XVII.

El templo se encuentra en una colina, un marco muy bucólico.


Como muchos otros templos, se compone de una serie de recintos, cada uno con algún objetivo o consagración especial, donde los fieles van a ofrecer y pedir a Buda.


De vuelta al centro, el viaje en metro deja una buena panorámica de lo que es la ciudad: una urbe grande, con zonas más modernas que otras, un poco encasillada entre montaña y mar...


... y con una gran variedad de paisajes, como pudimos comprobar a continuación, ya que nos dirigíamos desde la montaña, directos a la playa de Haeundae (해운대).


En los extremos de la propia playa se aprecia muy bien la variedad de Busán: a la izquierda, una zona más rural en una ladera (si me apuras, incluso con cierto toque mediterráneo), y a la derecha, rascacielos.


Aunque se ve un cielo completamente despejado y un sol de justicia, lo cierto es que hacía un frío considerable.

Pero que muy considerable

Por la tarde, dimos algunas vueltas por el centro, pequeñas calles dedicadas al comercio.


Y luego iniciamos la subida al parque de Yongdusan (용두산), situado en lo alto de una colina.


Monumento al soldado coreano, y la Torre de Busán

Y por estar en una colina, tiene una vista bastante completa de toda la ciudad. Lástima que nos estábamos quedando ya sin luz natural.


Puerto de Busán, 5º en el mundo por tráfico de mercancías


La atracción que dejamos para última hora fue el mercado de pescado de Jagalchi (자갈치).


El gran edificio moderno que se aprecia en algunas fotos es el edificio nuevo del mercado.


Por la noche, finalizando ya la visita a Busán, las calles del centro se vuelven efervescentes con la gente de compras aquí y allá, a pesar del frío intenso del invierno.



Sin tiempo para más, a la mañana siguiente nos tocaba volver a Seúl. Y desafortunadamente, todos los trenes de alta velocidad estaban ya completamente llenos, con lo cual tuvimos que comernos 5 horas de autobús de última categoría...

Merece la pena echarle un ojo a Busán para alejarse un poco del bullicio de Seúl; y si es en verano, se aprovecha mucho más la visita gracias a la playa.

¡Decid adiós a Busán!

Con el "abrazo gratis" de estas coreanitas nos despedimos de Busán

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