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viernes, 13 de abril de 2012

Fin de año en la playa, nivel tranquilito: Ko Lipe

Mi único fin de año en las playas asiáticas hasta la fecha había sido bastante movidito. En esta ocasión, con casi 10 países y 2 años más de conocimiento del Sudeste Asiático, tocaba volver a las playas tropicales para pasar Fin de año en bermudas, a treinta y pico grados y con una copa en la mano. Con este fin, elegimos este año la pequeña isla tailandesa de Ko Lipe, a una hora de fuera-borda hacia el norte desde Langkawi.




Sin más vacaciones que un fin de semana normal, el viernes 30 de diciembre por la noche tomamos el avión para Langkawi, donde pasaríamos esa noche. Nos fundimos con las masas de gente tranquila pero excitada por la inminente llegada de 2012 y aprovechamos la abundancia de bares de la playa. Unas cuantas partidas al futbolín en el bar de mi amigo Murali pusieron el cierre tardío a esa noche.

"Pero... ¿el fin de año no es mañana?" Sí, pero ya que estamos de celebración y en la playa, tampoco vamos a escatimar en tiempo de fiesta.

Nos levantamos suficientemente tarde como para no perder nuestro barco, uno de los pocos que salía desde el puerto deportivo de Langkawi en dirección norte hacia la isla tailandesa. Como de costumbre, al más puro estilo malasio, un par de horitas de retraso condicionaron la salida.


Durante la corta travesía bordeamos una tormenta gigante...


Tras poco menos de una hora, llegamos a Ko Lipe.


La sensación fue de lo más doméstico; parecía que la caseta (llamarla de otra forma sería ser muy generoso) de Inmigración, allí en la orilla del agua, te pondría un sello si te ocupabas de pasarte por ahí, y si no, pues no...


Por cierto, algo en lo que me fijé nada más bajar del barco fue en que la arena que estaba pisando era blanca, fina y pura, de una calidad que sólo había visto anteriormente en Ko Samet (no confundir con Ko Samui), otra pequeña isla tailandesa.


Después de un rato de burocracia de juguete, las tumbonas llenas de turistas que nos rodeaban, nos recordaron que en unas horas sería fin de año y nos fuimos sin perder más tiempo a los bungalows que eran nuestro hostal.

Después de comer algo en el bar de al lado del hostal, junto a una de las playas, nos dimos una vuelta por la "calle comercial" de la isla hasta la playa principal, para hacernos una idea del entorno.

Básicamente, Ko Lipe es una pequeña isla en forma de cuña, con tres playas, una serie de vías rudimentarias no asfaltadas para transporte, y una "calle" de cemento que comunica una pequeña zona comercial entre las playas orientales con la playa principal, orientada a poniente. La "calle peatonal" (llamada así, Ko Lipe Walking Street), se camina relajadamente en unos 15 minutos, y está en todo momento bordeada por bares, restaurantes, algún resort, supermercados y locales de masaje. Se puede decir que hay buen ambiente, relajado pero animado. Sólo paseantes y ciclistas pasan por ella, y eventualmente algún tuktuk también.

Vista (apenas) de un tramo de la calle peatonal al atardecer

Llegamos a la playa de poniente hacia el atardecer, lo cual nos dejó una imagen bastante interesante que traté de capturar en 360º (usa la barra para el desplazamiento horizontal)...


... y ya puestos, también en vídeo.


Mientras seguía atardeciendo, nos fueron quedando más vistas interesantes de la playa.




Por la noche, los aficionados al marisco y el pescado se dieron un festín para la cena, y tras él, nos fuimos a la playa.

A pesar de que ya había una buena multitud reunida contando el tiempo hacia atrás para el año nuevo, no había para nada sensación de agobio. Eso sí, las terrazas de los bares estaban más que ocupadas.
Mucha gente compraba candle flying lanterns, las lámparas de papel con una vela en medio, típicas de Asia, que se usan a menudo para celebrar nuevas épocas. Tienen dos significados válidos:
  • Quemar las cosas que queremos cambiar en nosotros (prender la vela) y mandar la lámpara a volar
  • Pedir un deseo (prender la vela), y mandar la lámpara a volar
Bastante legítimos ambos (teniendo en cuenta que hablamos de supersticiones) y no excluyentes. El caso es que la imagen de las luces de las lámparas ascendiendo en el cielo nocturno es una pasada.

Aquí las lámparas, aunque esta no es la densidad, ni la noche, ni la playa en la que estuve.

Las lámparas, de todas formas, no se masificaron a lo largo de la playa ni durante toda la noche. Algunos compraban lámparas y/o fuegos artificiales esporádicamente. David y yo nos animamos con una lámpara, y lo cierto es que salió de lujo, disparada en diagonal hacia arriba en cuanto la soltamos. [Excuso decir la cantidad de lámparas que veíamos acabar en el agua sin recorrer apenas 20 metros]. Los fuegos artificiales eran un poco más peligrosos, más que nada por la cantidad de gente, y aunque alguno dio un susto, no hubo que lamentar problemas mayores.
Alguna lámpara se aprecia en este vídeo, pero sobre todo se escucha (porque lo que es verse, más bien poco) el buen ambiente que había en la playa aquella noche.


Y como en anteriores ediciones del fin de año en la playa, el clima, la animación y lo especial de la fecha, hacen que todos nos vayamos a la cama más tarde de lo normal. [Que sí, que hay tunantes y pataliebres a los que se les junta sistemáticamente la noche con el día, pero nosotros somos buenos chicos y chicas.]

No iba a salir todo tan óptimo (si consideramos el retraso en el barco de llegada a la isla como parte de la aventura), y el día 1 de enero amaneció completamente encapotado y estuvo lloviendo todo el día. Así que poquito que hacer aparte de comer bien y darnos unos masajes en uno de los puestos de la calle peatonal.

Afortunadamente el día 2 hizo todo el sol que no se vió el día anterior, así que nos tiramos el día entre la arena y el bar de al lado (regentado, por cierto, por una señora española).
A pesar de estar al oeste de la península de Malaca (peores costas que en la costa este), la arena y las aguas ya se asemejaban más a la calidad que había visto el día 31 al llegar.





A grandes rasgos, y salvando los detalles del agónico viaje de vuelta a contrarreloj (para pillar el vuelo de vuelta de Langkawi a KL, que finalmente y como casí todo en Malasia, se retrasó), en esto se resume nuestro fin de año: calor, playa, bermudas y copas. Que no es poco.

¡Salud y Feliz Año 2012!


P.D.: Al llegar a KL tuve fiebre alta y estuve con antibióticos durante lo que restó de semana. Supongo que es lo que llaman "depresión post-vacacional". :-)

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