martes, 13 de julio de 2010

Vientiane y Luang Prabang: "En desarrollo" y "Virgen Extra"


¿Sabes ese tipo de viajes que piensas "si no lo hago ahora, no lo haré nunca"? Eso pensé cuando se me ocurrió el viaje a una de las zonas más desfavorecidas de ASEAN: me refiero a Laos. Y mi viaje sería concretamente a Vientiane (la capital) y a Luang Prabang.


Ahí pegada a la frontera con Tailandia se encuentra Vientiane, la capital laosiana. Y es que hay cosas en las que se nota que Tailandia, Camboya y Laos estuvieron unidos formando Siam hasta el siglo XVIII.

Al llegar a Vientiane el sábado, un poco tarde ya para visitar sitios por estar anocheciendo, decidimos dar una vuelta y cenar para poder madrugar. El río Mekong pasa al lado del centro de Vientiane y no es que su orilla sea un paseo agradable e iluminado, pero está lleno de restaurantes y garitos, así que era la opción perfecta. Recomiendo el Bor Pen Nyang, que además tiene una vista del Mekong bastante espectacular.

Por la mañana prontito nos fuimos al Pha That Luang, la estupa (estructura religiosa budista) nacional, de 45 metros de altura y recubierta de oro, una típica imagen de Vientiane:


Y de budismo pasamos a los restos de la indochina francesa: el Patuxáy, conocido como "el Arco del Triunfo laosiano". Preside magistralmente la avenida de Lang Xang como si de los Campos Elíseos se tratase. Pero esta versión asiática tiene 4 arcos en vez de 1:


Desde la terraza superior se aprecia una vista bastante imponente de los alrededores:


Aquí un pequeño vídeo de la misma vista:


Hora de irse a Luang Prabang. Por lo difícil y poco explotado del terreno de Laos en general, el viaje en autobús serían unas 9 horas. Como no teníamos ese tiempo, cogimos un avión de Lao Airlines. Estos aviones son de hélices.


Cuando parece que el piloto va a hacer un aterrizaje de emergencia en las montañas, de repente se abre el valle en que está Luang Prabang, y te quedas boquiabierto: una auténtica pasada, una preciosidad. Pero las fotos, más adelante.
Nada más llegar, nos fuimos al hotel. Todo el trayecto, que te ofrece las primeras vistas del pueblo, es sobrecogedor.

El hotel se mimetizaba muy bien en el ambiente del pueblo, igual que casi todos los "edificios" locales. Además, la relación calidad / precio / vistas debía ser insuperable.


Y una vez acomodados, nos fuimos, casi sin planificación previa, a ver qué nos ofrecía la calle principal de Luang Prabang.


Y ésta nos ofrecía para empezar, justo enfrente del hotel, un templo (que no hay pocos):


Nos fuimos hasta la zona de agencias de viajes y excursiones, y todas coincidían en recomendar una visita al paraje natural de la catarata de Kouangxi, así que reservamos para el día siguiente.

Y el resto de esa tarde, nos fuimos a dar una vuelta al lado del río Mekong, que también pasa al lado del centro de Luang Prabang.


Hay una tradición en Luang Prabang: Diariamente, a eso de las 5 de la mañana, recién amanecido, los monjes budistas de todo el pueblo se unen en una procesión silenciosa por la calle principal. Se trata de la ceremonia de Alms Giving o Donación de Almas: tú les ofreces comida (generalmente el típico sticky rice) y ellos te dan su bendición. Es bastante espectacular.


Aquí un breve vídeo que da más la sensación real, se aprecia la quietud de esas horas de la mañana:


Y vuelta a dormir, que era muy pronto.

Por la mañana, después de desayunar y desde el propio comedor del hotel, vista del paisaje de Luang Prabang, del que hablaba antes. Sobrecogedor.


A una hora ya más normal de la mañana, nos fuimos hasta la catarata de Kouangxi. Es un paraje natural con una serie de pequeños lagos en los que algunos locales y turistas se bañan, mesas para hacer picnic, y una catarata. Pero sin más; digamos que no fue nada imprescindible.


Ohh... qué espíritu bohemio...

A la vuelta, visita al Wat Xieng Thong:


Y nos encontramos con una de las estampas más famosas de Luang Prabang:

Así es: monjes con paraguas/sombrilla

Antes del atardecer, subimos los 300 y pico escalones que llevan a la cima del monte Phousi, un sitio muy recomendado por las vistas inigualables que ofrece:

Sin palabras al respecto. Espectacular.

Tras el atardecer, mercadillo nocturno de Luang Prabang. Los vendedores son mucho más tranquilos y respetuosos de lo que lo suelen ser en el resto de Asia. Y cuando te acercas a su puesto, todos te saludan con un agradable "Sabaidee" (hola en laosiano).


Al día siguiente, apuramos las últimas horas de la mañana antes de volver a Vientiane. Y nos encontramos un ejercicio de "Bricomanía"... ¡constrúyase su propio Wat! (templo):

Para tener esto...... hay que partir de esto!

Reitero que ambos aeropuertos (Vientiane y Luang Prabang), a pesar de ser internacionales, son muy, pero que muy "domésticos". Ah, y los locales, con todos sus retrasos en los vuelos, hicieron honor a la frase que la Lonely Planet dice que es "eslogan nacional" de los laosianos: "demasiado trabajo es malo para el cerebro". Son casi más vagos que los malayos (y juro que es difícil).

Ya en Vientiane, tuvimos el tiempo justo para ver la estupa de That Dam...


... el Palacio Presidencial (desde fuera, por supuesto)...


... el Wat Si Saket, conjunto de elementos construidos en 1818...


... y otro poquito del "espíritu del partido":


Recordemos que Laos es una República Democrática Popular... tan real como la vida misma, y tan auténtica como China (quienes, por cierto, han ayudado mucho al actual desarrollo de Laos... o sea, un poquito).

Y ya no nos dio tiempo para más. Yo creo que no ha estado mal.
En fin, me alegro mucho de haber hecho este viaje, porque aparte de lo interesante que ha sido en sí mismo (repito que Luang Prabang es una preciosidad, uno de los sitios más increíbles y tranquilos de Asia), es un sitio al que no creo que tenga muchas más oportunidades de volver.

Otro viaje de este tipo sería Lhasa, la capital del Tíbet, con el impresionante Palacio de Potala. Quizá algún día...

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