El segundo avión de hélices nos sacó del hotel de Bagan a las 3 de la madrugada y nos llevó a Mandalay, antigua capital del último reino que hubo en este país, allá por el siglo XVI.
En las difíciles carreteras interurbanas casi siempre se ve la misma estampa: el transporte "comunitario":
Más te vale llevarte bien con tu vecino de autobús... |
Ya entrando en Mandalay, se aprecia que no es como Nyaung U (es decir, esto es una urbe y aquello era una aldea grande), pero de alguna forma sigue pareciendo más rural que Yangon.
El 99% de los hombres en Myanmar llevan el "faldumento" este |
Una vez más, nuestro hotelito (es lo que tiene viajar con gente de Singapur; nada de hostales, vamos a hoteles en condiciones ;-) lo digo con cariño, chicos) nos saca del caos a nuestro alrededor y nos permite relajarnos el tiempo justo de dejar las mochilas y cambiarnos. Ah, y desayunar. Varias veces. Y a lo grande.
Tras asegurarnos los billetes de uno de los trayectos internos siguientes en una agencia de viajes (que llevaba las reservas escritas a boli en un cuaderno, a la antigua usanza)...
Cuadro de un monje budista en la pared de la agencia. Ayuda a entender la expresión "como un Cristo con dos pistolas" |
... iniciamos la visita a lo que hay que ver en esta ciudad y alrededores.
Empezamos por la pagoda de Mahamuni, llamada también Payagyi (gran "paya" o pagoda) o Rakhaing Paya. Con sus tropecientos mercadillos a la entrada, para saquear a extranjeros como nosotros. Bueno, a los que se dejan. Y pasados los mercadillos, la elaborada ornamentación de la pagoda.
La clave de esta pagoda es la estatua de Buda en su interior, y los 15 cm de capas de pan de oro auténtico que los fieles budistas han ido pegando a lo largo de los años sobre sus brazos, piernas y torso, y que causa ese aspecto rugoso.
Hay también un par de restos de estatuas de cuando Mandalay fue capital del reino en otros tiempos.
Tras la "Gran Paya" (se puede uno imaginar el juego que da esto) de Mahamuni, nos dirigimos a Amarapura, una zona alejada del centro de Mandalay donde se encuentra el puente de madera... más largo del mundo. Efectivamente, los de Myanmar son asiáticos, y como tales, les pierden los [supuestos] récords.
Se trata del puente de U Bein, de 1'2 Km de longitud, en un estado relativamente precario pero aún practicable. Muy destacable todo el paisaje del lago y los campos de arroz de su alrededor.
Hacer ida y vuelta nos llevó más de un par de horas, creo recordar, pero fue un paseo muy ameno.
Tras el puente, iniciamos una serie de visitas a lugares celosamente guardados por militares. "Celosamente" significa que ellos están ahí sentados (que les falta poco para dormirse), y cuando alguien llega, comprueban que has comprado el billete de acceso y te dejan pasar. No sé si los rifles que llevan encima son de mentira, pero aunque no lo creo, preferí no comprobarlo.
Empezamos por el templo de Shwenadaw, de madera, y con toda la pared exterior grabada con relieves muy elaborados.
La siguiente parada es para ver al completo el recinto del antiguo Palacio Real de Mandalay, con su arquitectura característica (y, como decía, muy parecida a la de Tailandia y Laos) y una torre desde la que tener una perspectiva del complejo.
Monasterio de Atumashi, pagoda de Kuthodaw...
Y terminamos el día nuevamente viendo atardecer, esta vez desde la Colina de Mandalay, un montaje arquitectónico sobre una colina, con escaleras automáticas y todo, con mucho mercadillo, pero muy buena vista.
Mientras salíamos del montaje aquel de la colina, vimos un grupo de locales de todas las edades (fundamentalmente bambinos y jovenzuelos) viendo dibujos animados. La imagen parecía bastante entrañable.
Y de vuelta al hotel. Esta vez no tendremos un vuelo madrugador así que podemos dormir un poco en condiciones... ¡que ya hacía falta!
Sigue en el Capítulo 3
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