lunes, 9 de enero de 2012

Filipinas (I): el legado de Manila


Durante julio y agosto, una mala (y progresivamente peor) experiencia laboral me mantuvo ajeno a mis viajes y al blog. Estaba perdiendo al "yo" viajero, al "yo" cuya afición de viajar me trajo a Asia. Eso, sumado a otra serie de asuntos durante los meses anteriores, precipitaron que le pusiera punto y aparte a aquello.
Y lo hice de la mejor manera que sé: con un viaje de una semana a Manila y Palawan, Filipinas.


La primera semana de septiembre, junto a una amiga filipina, despegaba de Kuala Lumpur con destino al aeropuerto internacional de Diosdado Macapagal, en Clark, a un par de horas de autobús del centro de Metro Manila.
Desde el avión pude apreciar una de las muchas cosas que se dicen de Manila: es una de las grandes mega-urbes del mundo.


La región de Metro Manila (o la Gran Manila) es una de las áreas metropolitanas más grandes del mundo (con unos 16 millones de habitantes estimados); si bien, se puede decir que Metro Manila es en sí una región compuesta de ciudades con diferentes gobiernos locales (una de esas ciudades, en la zona centro-oeste, es Manila, capital del país).

El trayecto de llegada a la ciudad de Makati me dejó desde el autbús una serie de imágenes que reflejan los contrastes, como viene siendo común en la mayoría de lugares de Asia.


Procesión cristiana en un barrio de Manila

El hecho de que Filipinas estuviese bajo control español durante más de 4 siglos se deja sentir; se nota una sensación inicial de combinación del fundamento asiático con tradiciones, costumbres e imágenes occidentales, más concretamente cristianas.

Filipinas ha mejorado mucho en términos de seguridad civil en los últimos 10 años, pero sigue habiendo mucho que pulir en ciertos sitios. Al bajar del autobús en Makati, caminando por una zona muy auténtica de mercados callejeros, mi amiga me retuvo la mano que salía del bolsillo para lanzarse a tomar las correspondientes fotos. Me dijo que tuviera cuidado si no quería que me robasen. Así que, ya sobre aviso y con mucho ojo y precaución para sacar fotos, nos dirigimos al hostal que habíamos reservado en el centro del barrio.

Tras hacer check-in (con el móvil también ;) nos dedicamos a callejear para comer algo y luego tomamos el tren urbano para dirigirnos a uno de los distritos cuya visita es inevitable en Manila: la histórica ciudadela amurallada de Intramuros.

Miguel López de Legazpi llegó a Filipinas en 1564. Tras unos 5 años de luchas con los aborígenes musulmanes, en 1571 López de Legazpi venció y declaró Manila como la nueva capital de la colonia española, compuesta por todas las islas circundantes, bajo la soberanía de la corona de Felipe II.
La planificación de la ciudad de Manila fue diseñada por Santiago de Vera, y los planes para la ciudadela amurallada de Intramuros fueron aprobados por Felipe II en San Lorenzo del Escorial.
La construcción comenzó en 1590 y se extendió durante varios gobiernos hasta su finalización en 1872.

La muralla contenía en su interior una Plaza Mayor, un Ayuntamiento, un Palacio de la Gobernación, varias iglesias (incluyendo San Agustín, San Francisco, Santo Domingo, Lourdes y San Ignacio) y el Fuerte Santiago, como parte de la protección defensiva.

El fin de la era española en Filipinas llegó tras perder la guerra Hispano-Estadounidense en 1898, y tanto Intramuros como todo el gobierno de Filipinas pasaron a formar parte del gobierno americano. El Fuerte Santiago fue inicialmente el centro del gobierno y lo siguió siendo hasta la ocupación japonesa en 1942 dentro del marco de la II Guerra Mundial.

Entramos por la entrada principal, la del Fuerte Santiago.


En lo alto tiene grabado el antiguo escudo de España.


Por dentro, la ciudadela tiene varios edificios donde estaban las administraciones, las iglesias, el fuerte, e incluso la cárcel en la que fue retenido José Rizal hasta sus últimos días.

José Rizal (1861-1896) fue un joven revolucionario, hijo de prósperos campesinos filipinos, que estudió varias disciplinas inicialmente en el Ateneo Municipal de Manila y después en la Universidad Central de Madrid (actual Complutense).

Con un alto nivel cultural adquirido, Rizal propuso una serie de reformas para Filipinas, que le costaron su exilio fuera de Manila cuando regresó de la Universidad madrileña a las islas en 1892. Sin embargo, la sociedad clandestina independentista Katipunan comenzó una revolución basándose en partes de las obras que había escrito el joven Rizal.
Fue entonces detenido por instigación a la revolución y condenado a muerte en Intramuros, Manila. La víspera de su ejecución, el 30 de diciembre, escribió el poema Mi Último Adiós en castellano.

De forma póstuma, Rizal fue nombrado héroe nacional de Filipinas.


Representación del juicio y ejecución de Rizal.
Pintura en una de las actuales estancias de Intramuros

Callejear la ciudadela de Intramuros durante un día es bastante agotador, pero merece la pena; tiene ese encanto de encontrar un trozo de la vieja Europa en el otro lado del mundo (semejante a Macao). En este caso además se ven constantemente nombres de los antiguos españoles que tomaron parte en la vida local.

Por la noche, después de acomodarnos en el hostal, y con un viaje pendiente a la madrugada siguiente, había que dar una vuelta para conocer un poco el ambiente nocturno de Manila. Pero relajado, que hay que madrugar (por llamarle así a dormir un par de horas).
Como cualquier capital asiática, hay zonas en las que el tráfico nunca deja de ser una constante.

Los carriles de la izquierda están llenos de jeepneys

Nos dirigimos a dar una vuelta y cenar por el que fuese no hace mucho tiempo uno de los centros comerciales más grandes del mundo: El Mall of Asia.

 

En la zona de productos típicos filipinos se ven bastantes con nombres heredados del castellano.

Pastillas de leche, biscocho, chicharon

Una copa tranquila tras la cena ponía fin, esa noche, a la primera mitad de la visita a Manila, para continuar en la isla de Palawan.

* * *

Tras volver de Palawan unos días después, el paseo de Roxas Boulevard por la costa de la Bahía de Manila marcaba el inicio de la segunda parte de la visita.


En el cercano parquecillo de Rajah Sulayman hay un monumento a los antiguos nativos musulmanes que poblaban las islas antes de la llegada de los españoles...


... justo al lado de la iglesia cristiana (no hay pocas) de Santa Remedios.


A partir de ahí, callejear siempre le deja a uno las mejores imágenes de lo que en verdad es una ciudad.


Por la noche, estuvimos en el Paco Park, parte del districto municipal de Paco (suena cómico, ¿no?). El parque se compone de unos jardines bastante agradables a pesar de su pasado (fueron un cementerio en tiempos de los españoles; allí están enterrados tres mártires filipinos) y la pequeña capilla de San Pancracio en el centro. Por cierto, estaban justamente celebrando una misa.


Imágenes diurnas cedidas por Dean M. Bernardo

El último lugar de visita es el Parque de Rizal. Se trata principalmente de un parque de enorme extensión con un monumento a la figura del joven Rizal en un extremo destacado.

Monumento a Rizal; versión diurna por Mike Gonzalez

El parque tiene un lago con una serie de fuentes y surtidores. A pesar del mal tiempo que hacía esa noche en Manila, comenzó un espectáculo de luz, agua y sonido, que puso punto y final a mi primera visita a Filipinas.


* * *

A menudo se dice por estos lares que aparte de las playas, Filipinas no tiene muchas cosas que visitar. Yo no estoy de acuerdo; me parece que Manila respira historia por cada calle y cada parque. En los apellidos de los filipinos, en sus costumbres, en una pequeña parte de su idioma (el tagalog, con cierta influencia del castellano). Y aunque la idiosincrasia principal del país sea más austronesia que mediterránea (en general tienen la sangre "espesa" como los malayos, los indonesios, los camboyanos, etc), se puede apreciar que son parte de nuestra historia.

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