viernes, 13 de enero de 2012

Filipinas (II): las playas de Palawan


Tras un breve paso inicial por Manila, un vuelo nacional de Cebu Pacific nos llevaba hasta Puerto Princesa, capital de la isla y provincia de Palawan, al oeste del archipiélago.

Se podría decir que Puerto Princesa es un pueblo turístico como cualquiera de los de la Europa Mediterránea, al menos eso es lo que se respira por sus calles, con su buen tiempo, y en sus bares de animación. Sin embargo es bastante más grande (ocupa toda la franja central de la isla), y no en todos los puntos del pueblo se tiene una playa "a mano". Las calles tampoco es que estén muy cuidadas (como en tantos sitios).

Tuktuks típicos de Palawan y jeepneys

Tras confirmar que ni teníamos una playa a mano, ni las playas de Puerto Princesa eran especialmente destacables, decidimos embarcarnos en un agotador viaje en furgoneta hacia uno de los puntos playeros con más renombre de Filipinas: El Nido, en el extremo norte de Palawan.
  • "Ya que he llegado hasta aquí, no me quiero quedar sin ver esas islas y playas paradisíacas de las que tanto se habla"
  • "Pues hale, vamos para allá"

Nos dijeron que serían 4 horas de viaje... nos engañaban bastante. 7 horazas de carreteras malas y caminos de cabras embutidos en una furgoneta que iba hasta la bandera nos llevaron hasta el pequeño pueblecito playero (esta vez sí) que es El Nido.


La meteorología no nos apoyó demasiado (tuvimos días de sol, días nublados, y hasta tormentas), pero quitando este pequeño contratiempo, un sitio como El Nido es ideal para relajarse; una playa, pequeñas calles, negocios locales frecuentados por habitantes "autóctonos", un par de iglesias, una escuela, y sobre todo mucha tranquilidad.


Uno de los movimientos más recomendables estando allí es el island hopping (un barco te lleva durante el día de playa en playa por las islas vecinas), en el cual nos embarcamos también. Afortunadamente, ese día hacía sol.

Imagina todas esas fotos que te venden el turismo playero con playas soleadas de arena blancaaguas cristalinas, mesas en la arena al pie del mar, pequeñas calas en las islas vecinas... pues existen.


Otra de las actividades más recomendables es el buceo, tanto esnórkel (de superficie) como scuba (con botella de oxígeno). Posiblemente no hay muchos sitios en el mundo con las aguas tan cristalinas como tiene Filipinas en general.
Lo comprobé yo mismo con un día entero de buceo (sacarme la licencia PADI fue una de las mejores cosas que he hecho) repartido en 3 inmersiones de unos 50 minutos cada una. La visibilidad de más de 15 metros permitía ver un sinfín de corales de todas formas y colores, bancos gigantes de peces, tortugas, rayas águila... muy recomendable.

Aquí en El Nido también probé uno de los platos tradicionales de la gastronomía filipina, del que me enamoré: El sisig, basado en dados de cerdo con huevo, verduritas, y una salsa que no conozco mezclada con algo de all-i-oli. Por no decir que está delicioso (esta palabra me parece muy, muy hortera/cursi), diré que estaba buenísimo. Vamos, que repetimos.

Sizzling Sisig

* * *

De vuelta en Puerto Princesa, aparte de compras y bares de animación, hay una actividad especialmente destacable: visitar el río subterráneo. Está a un par de horas de furgoneta del centro de Puerto Princesa.

De camino hacia allá paramos en más playas que quitaban el hipo.



El Parque Nacional del Río Subterráneo de Puerto Princesa ha sido recientemente incluido en la lista de las Nuevas 7 Maravillas Naturales del mundo (ya sé que es una organización privada la que decide eso... pero es bastante espectacular de todas formas) junto con la bahía de Hạ Long.
Primero fuimos a ver el río subterráneo propiamente dicho.





En el interior, de más de 8 km de ríos subterráneos navegables, se pueden observar sobre todo las formaciones que el agua ha ido creando a lo largo del tiempo sobre la roca, algunas muy curiosas. También hay miles de murciélagos viviendo aquí, colgados del techo y de las estalactitas.

Muchas fotos de rocas subterráneas... todas iguales (las fotos)

En los alrededores del acceso, por el territorio del Parque Nacional, vimos, entre otros, un par de ejemplares sueltos de una especie de lagarto gigante.

El lagarto se cansó pronto de mis chorradas y se largó

Y tras la visita al río subterráneo de Puerto Princesa, terminaba mi primera visita a Palawan, pero no así mi primera visita a Filipinas, que continuaba en Manila.

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