Mi llegada a Hồ Chí Minh City fue en solitario, y fue por un lado un espectáculo y por otro un desafío a la lógica racional... todo sumado a una suerte que no me la creo ni yo.
Digamos que si vas a viajar sin compañía a un sitio donde esperas encontrarte con más gente, lo menos que debes poder hacer es comunicarte con ellos al llegar (sobre todo si no habéis acordado un punto de encuentro y una hora). Pues allí me planté yo con mi móvil malasio, que ya había comprobado la vez anterior que en Vietnam no funciona.
- Señor guardia que habla inglés (cosa rara), ¿sabe dónde hay un teléfono público aquí en todo el aeropuerto?
- No hay ninguno.
- ¿¿En serio?? Pues a ver qué hago... tengo que llamar a mi amigo para ir a su casa...
- Toma, te dejo usar mi móvil.
- (o_O)
La verdad es que eso me deshizo bastantes prejuicios. Llamé a Juan (el marcianito vietnamita), que habló con el taxista y le dijo cómo ir a su casa. Se lo agradecí en inglés al guardia tanto como pude. Y entonces el taxista me metió el primer timo: no quería usar el taxímetro, y me pidió 200000 dong.
Suena a aberración, ¿verdad? Lo cierto es que el precio de la moneda de Vietnam vale tan poco que se manejan esas cantidades.
Con un milloncete de dongs al llegar... ¡¡en sólo 2 billetes!! |
Así que le dí los 200000 dong (que no dejaban de ser una estafa igualmente) y me planté en casa de Juan. Nos fuimos a cenar por ahí en su moto (transporte que usa todo bicho viviente en Hồ Chí Minh City), y luego nos encontramos con la tropa de Singapur.
Marcianitos de Malasia, Singapur (pelín borracho ya) y Vietnam. |
Estuvimos de marcha hasta que el cuerpo nos aguantó; lo justo para dormir solamente media hora y coger el taxi que nos llevaba al aeropuerto para hacer el vuelo interno entre Hồ Chí Minh City y Huế.
Tras una hora de taxi desde el aeropuerto de Huế hasta la ciudad (íbamos más callados que una manada de gaticos recién nacidos, del sueño que arrastrábamos), constatamos al llegar al hotel que en Huế abundan las callejuelas tanto como en Hồ Chí Minh City:
Callejuela en Hồ Chí Minh | Callejuela en Hué |
Después de instalarnos y reservar las actividades (y comprobar que nuestro hotel tenía cortes de tensión 12 horas al día), empezábamos entonces mismo el Tour del Río del Perfume: un viaje por las tumbas históricas de la Dinastía Nguyễn (1802–1945) situadas en diferentes puntos de los lados del río. Nos situamos para ello en el punto más alejado (un viaje en barco de unas 3 horas), para ir volviendo poco a poco.
Este barco tan colorido fue nuestro transporte por el río |
Primero la tumba de Minh Mạng...
... luego la tumba de Khải Định (a la que fuimos con "los motoristas de la muerte")...
[Apunte: En la tienda de la tumba de Khải Định, nos encontramos a las dependientas echándose una plácida siesta... en el suelo. En Asia no se anda la gente con tonterías...]
Las dependientas por ahí desparramadas... |
... y finalmente la tumba de Tự Đức (sin simbolitos ni ná), una pasada:
Y para terminar, el templo de Hoà Khiêm...
... con sus monjes (de todas las edades) rezando:
La verdad es que la abuelilla que "se encargaba" del barco no tenía precio. Era la madre del que conducía, tendría unos ochenta y pico años, iba en pijama (o lo que quiera que aquello fuese) todo el día, y era más flexible que muchas jovenzuelas: limpiaba sin parar, nos hizo la comida, nos intentó vender una ingente cantidad de souvenirs ridículos (sin éxito)... Lo pasamos bien allí dentro.
Finalmente volvimos a Huế. El resto del día fue de relax y nos dividimos entre paseos, compras, chapuzón en la piscina...
Al día siguiente íbamos a ver la Ciudadela Imperial (Kinh thành Huế). Y para ello, tomamos un medio de transporte que triunfa en toda Asia menos en Malasia y Singapur: el tuktuk.
El viaje en tuktuk tuvo momentos indescriptibles. Lástima que el vídeo que grabé resultó inservible...
Toda la ciudadela es bastante espectacular. Era una fortaleza amurallada, un conjunto de templos y edificios construídos empezando en 1804 por el auto-proclamado emperador Gia Long, miembro de la Dinastía Nguyễn.
Tras esto, y comer rápido y de mala manera, cogimos el autobús que nos llevaba, en unas 4 horas, a Hội An.
Hội An es un pequeño pueblo turístico playero, de pequeñas casas (nunca más altas de 2 pisos) con una enorme cantidad de vendedores de textil a medida.
Al llegar, nos dimos una vuelta por las calles y cerca del río (centro neurálgico):
También nos dedicamos un buen rato a ver tiendas.
Y hasta ahí el día.
Por la noche nos fuimos a cenar a la playa. Los comerciantes poco menos que se pisotean entre ellos para ser quien te sirva (y por consiguiente, quien te cobre). Te ponen en una esterilla a la orilla del mar, con un quinqué, y hale, a comer y beber.
Los créditos de esta foto van para Laura y Arancha |
Nos cundió tanto la noche que, varias rondas de cervezas después, "cerramos nosotros el garito": fuimos exactamente los últimos en irnos de la playa (serían las 3 y pico de la mañana). Eso por no hablar del tiempo que nos tiramos "dibujando en el aire" con los quinqués y el obturador de la cámara abierto.
Al día siguiente, durante toda la mañana, playa y relax. Más playa que relax, porque a pesar de parecer una buena playa, resultó estar a rebosar de gente. Y para más inri, un colegio entero de niños se instaló a nuestro lado. Pero muy bien de todas formas.
Y ahí se fue acabando el viaje: Nos fuimos de Hội An a Đà Nẵng (ahora vas y lo lees) para coger el avión de vuelta a Hồ Chí Minh City, y de ahí al aeropuerto (esta vez sin contratiempos ni estafas). Y vuelta a la ciudad de las Petronas.
En fin, muy recomendable el viaje.
De Vietnam me quedan solamente (de los sitios que hay que ver) Hà Nội y Hạ Long Bay, pero creo que este año no me va a dar tiempo ya...
Pues que putada, creo que te dejas lo mejor v_v
ResponderEliminar