De KL a Sepang: MotoGP

Como iba contando, ya tengo piso. Grandecito, luminoso, 1+1 (aunque el cuarto de invitados no esté especialmente bien acondicionado), a 3 minutos caminando de la oficina, y a 5 de la calle de bares/pubs del barrio. Y lo mejor es que me cuesta aproximadamente la tercera parte de lo que me costaría en Madrid en las mismas condiciones.

Se acabaron las primeras semanas de salir de la ofi y ponerse a mirar pisos como un desgraciado, y mientras tanto vivir de hostal o acoplado en casa de alguien que, con toda su buena fé, te deja las llaves de su casa aunque te conozca sólo hace una semana.

Total, que con este asuntillo resuelto, uno ya se puede dedicar al ocio. Y como la Embajada nos había conseguido entradas para el Campeonato de Malasia de MotoGP (24 y 25 de octubre), pues el ocio estaba ya asignado: nos fuimos al Circuito de Sepang.

Las entradas eran regulares, pero yo iba con la firme intención de colarme en el Paddock. Lo cierto es que con una intención bastante menos firme me habría bastado, porque ni siquiera nos dijeron nada al entrar. Supongo que es lo que tiene ser blanco; aquí se presupone (craso error) que todos los blancos son gente legal, que hacen únicamente lo que sus credenciales les permiten, que no se cuelan, no estafan y no roban. En fin...

Estando allí dentro, poco tardamos en encontrarnos con caras conocidas:

Y por supuesto, con unas cuantas "MotoGP babes":

Bueno vale, no todas valían para MotoGP babes. Pero éstas últimas tienen disculpa porque eran las chicas del motorhome de Fiat-Yamaha.

Aún con todo el espectáculo paralelo y el chaparrón que cayó, no nos perdimos la carrera.

(Aún estando en zona VIP, no hay nada como los monitores para ver el circuito completo)

Lástima no haber hecho una foto de Valentino pasando la bandera de cuadros haciendo el caballito: el bronce que se llevó de Sepang le ha supuesto su 9º título mundial.

No me pude hacer una foto con il Dottore a la salida, pero Jorge Lorenzo (que se queda sin el título por poquito) me firmó un autógrafo.

¡Suerte el año que viene, Jorge! ¡Y enhorabuena a Valentino!