Además de conocer toda la zona del sudeste asiático, no está de más darse unas vueltecillas por dentro de Malasia, que para eso es donde vivo. Y como aún tenía cosas que ver dentro de Kuala Lumpur (y me siguen quedando muchas), tocaba una introspección.
Esta vez le han tocado el turno a las cuevas Batu (toman su nombre del río que pasa al lado), en el distrito de Gombak, a unos 10 km al norte del centro de la capital federal. Se trata de una cueva natural enorme consagrada al dios indio Murugan o Karttikeya, y donde se celebra el festival indio Thaipusam en Malasia.
Visto desde fuera es una de las imágenes más típicas de Kuala Lumpur.
A la entrada está una estatua de Karttikeya, deidad india. Gigantesca, por cierto.
(Mi jeto ahí no es gratuito, es para comparar con el tamaño de la estatua)
Y es también un sitio típico por el que los monos campan a sus anchas y son malcriados por todos los turistas, a los cuales suelen acabar agrediendo.
Se llega hasta la cueva subiendo unos 280 escalones, rigurosamente numerados.
La vista en plena subida es bastante imponente.
Si consigues llegar arriba, a la entrada ya ves símbolos y deidades indias, gente en pleno rito...
... y hasta gallinas sueltas por ahí.
El principio de la cueva promete...
... pero es que el final es increíble: La abertura natural en el techo, una especie de cráter, deja entrar la luz de una forma preciosa (algo que los profesionales de la fotografía captarían mucho mejor que yo).
Y a la salida, souvenirs indios luminosos, brillantes, y en general, los más horteras que te puedas imaginar. Lucecitas de colores chillones dando vueltas alrededor de los bustos de los dioses.
En fin, es algo que merece la pena ver en KL si se quiere ir más allá de las Petronas, la Menara, la zona colonial de Merdeka o Chinatown. Hay mucho tiempo aún para hacerme una pasadita por estos sitios.
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