Mientras me iba sucediendo esta historia, me imaginé el título del post: "El día en que amanecí en el hospital". Sin embargo no me podía imaginar que no iba a ser uno, sino unos cuantos más.
Aún con la Fórmula 1 reciente en la cabeza, el martes 6 de abril me despertaron a las 6:30 AM (hora bastante intempestiva en la que suelo estar normalmente en el enésimo sueño) unos dolores horribles en un costado del cuerpo. Me imaginé que pasándome por el baño se arreglaría todo (como ha sido siempre hasta ahora). Pero no, no se arreglaba nada. Volví a mi cama, pero ya no me tumbé como siempre, sino más bien en una postura fetal agónica. Así estuve media hora, muerto de miedo sin saber qué podía ser ese dolor, agonizando en la cama, y con unos temblores que no había tenido nunca.
Teniendo en cuenta que soy el tipo más aprensivo del mundo y me espanta todo lo relacionado con clínicas, me asusté cuando me di cuenta de que me estaba planteando irme al hospital. En 5 minutos el susto y el planteamiento se convirtieron en decisión: Me tiré de la cama, me puse una camiseta y un pantalón corto de deporte, y me bajé a la portería del edificio con la intención de llegar, como fuese, a un hospital.